Nos levantamos y nos damos prisa
para desayunar y estar listos para la cita de las 8 h. y media en el Hotel
Caribean. Llegamos cinco minutos antes y tenemos que esperar casi una hora para
salir de excursión que, al final, nos cuesta 100 Bf. por barba.
La excursión la componemos dos
parejitas de venezolanos, una madre y su hija, y nosotros además del guía.
Comenzamos por el Golfete de Cuare, en pleno Parque de Morrocoy. Visitamos
varios túneles de manglares, un criadero de ostras abandonado y una zona en la
que se hundió un barco hace muchos años
.
.
El barco hundido |
Un tunel del manglar |
Más manglar |
Después de este espléndido recorrido,
nos lleva el guía a ver una cueva con grabados aborígenes en la que se alojan
decenas de cangrejos azules. El final de la cueva desemboca en un “santuario”
plagado de vírgenes votivas de todos tipos, que los marineros sembraron como
testigos de su fe y para protegerse del mar.
La cueva |
El interior de la gruta |
Las miles de vírgenes votivas |
Inscripciones indias |
Un cangrejo azul |
La excursión termina
desembarcándonos en el cayo elegido. Cayo Muerto y Cayo sal están llenos de
gente, con lo que decidimos quedarnos de nuevo en Cayo Peraza, ya que, además,
pretendemos dedicar este último día en Chichiriviche a disfrutar de los fondos
marinos.
La primera inmersión, que resulta
consistir una vez más en una vuelta submarina de todo el cayo, nos encanta. El
mar está tranquilo y nos permite disfrutar de unas vistas que, dos días antes,
no sospechábamos. Tras descansar y comer, practicamos una segunda inmersión,
pero el estado de la mar no es tan idóneo. También estamos más cansados. Serge
renuncia por acidez de estómago mientras Emili, más valiente, culmina la
segunda vuelta, no sin esfuerzo.
Más bañitos y algo de descanso.
Unos chicos le piden las gafas de bucear a Emili. Nos compramos un helado de
coco (40 Bf.,=4 Euros!!!), otro poco de buceo y volvemos a la loncha de vuelta
a Chichiriviche.
Nos vamos a buscar wi-fi para contactar con Jose, ya que
estamos pendientes de la compra del pasaje del día siguiente. Tras recorrer
media ciudad, renunciamos, ya que tenemos hambre, y vamos a cenar al Txalupa.
Volvemos al Hotel Caribana donde encontramos un hilito de wi-fi, lo suficiente
para poder contactar con Jose. Tras otros intentos de usar el wi-fi, esta vez
infructuosos, renunciamos para volver a nuestra habitación a por el ron, el
hielo y refresco, que nos dedicamos a acabar en la terraza de la pensión. A
dormir, contentos.
quelle chance de pouvoir voir toutes ces merveilles! profitez-en bien! Bisous
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